Cientos
de personas, entre sacerdotes, religiosos y religiosas, y fieles en general,
despidieron a Monseñor Miguel Olaortúa Laspra O.S.A., Obispo Vicario Apostólico
de Iquitos en la Misa de Cuerpo Presente celebrada en la Plaza de Armas de la
ciudad de Iquitos. Monseñor Olaortúa partió a la Casa del Padre el 1 de
noviembre pasado, a los 56 años de edad y con 8 años de ministerio episcopal.
La
celebración eucarística fue presidida por Monseñor Nicola Girasoli, Nuncio
Apostólico en el Perú, y concelebrada por Monseñor Miguel Cabrejos O.F.M.,
Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), Presidente de la
Conferencia Episcopal Peruana y Arzobispo de Trujillo; Monseñor Robert Prevost
O.S.A., Obispo de Chiclayo; Monseñor Gerardo Anton Zerdín, Obispo Vicario
Apostólico de San Ramón; Monseñor Javier Travieso,
Obispo Vicario Apostólico de San José del Amazonas; Monseñor Julián García
Centeno, Obispo Emérito Vicario Apostólico de Iquitos (predecesor de Monseñor
Olaortúa) y Monseñor Jesús Moliné, Obispo Emérito de Chiclayo, además de
decenas de sacerdotes de diversas partes del país.
Al
inicio de la ceremonia, se leyó la carta de pésame que envió el Secretario de
Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolín, en nombre del Papa Francisco, a
toda la jurisdicción del Vicariato Apostólico de Iquitos.
En su
Homilía, Monseñor Girasoli recordó su última visita realizada a Iquitos en
abril pasado. “La visita pastoral fue una gran ocasión para apreciar cuánto lo
querían a Monseñor Miguel, y para ver todo lo que hizo por esta tierra. En esta
plaza le dijimos todos dos palabras: “¡Bravo! y ¡Gracias!” Gracias, Monseñor
Miguel por habernos acompañado a cada uno de nosotros, por tu estusiasmo de
caminar y de ser misioneros de Jesús”, expresó.
Monseñor
Girasoli mencionó que Monseñor Olaortúa estuvo presente en el Sínodo de los
Obispos para la región Panamazónica que se realizó en Roma del 6 al 27 de
octubre junto al Papa Francisco. “Fuimos testigos de cómo se preparó y cómo
preparó a su jurisdicción para el Sínodo. La vida es una carrera, y él ha
llegado a la meta antes que todos nosotros. “Que su presencia nos siga animando
porque la vida no termina con la muerte. La vida continúa junto a Dios. Sigan
caminando junto a Monseñor Miguel”, afirmó.
El
Nuncio Apostólico también sostuvo que “con la muerte de alguien que queremos,
muere también una parte de nosotros. La vida no es la misma. Cuando pensamos en
el amor de Monseñor Miguel por sus sacerdotes y fieles y al mismo tiempo
pensamos en su partida a la Casa del Padre, no vamos a preguntarle a Dios el
por qué de esto. La fe nos dice que debemos preguntar para qué nos ha pasado
esto. Debemos seguir el legado que nos ha dejado Monseñor Miguel”.
Fuente: Conferencia Episcopal Peruana
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