“Que todos
sean uno como tú y yo somos uno” (Jn 17,21)
“…un solo corazón y una sola alma” (Hch 4,32).
Frente la tendencia al individualismo y al
pasotismo que amenazan a la vida comunitaria, al interés por la comunidad y, en
general, a la preocupación por la ‘cosa pública’, la práctica pedagógica
de los docentes de formación religiosa
tiene un enorme reto y una ardua labor en pro de la koinonía o comunión del cristiano con el quehacer de su iglesia y,
por ende, con el quehacer social, económico, productivo, político
y con las demás esferas del quehacer humano.
Esta preocupación debe estar en la reflexión y
praxis cotidiana de los maestros cristianos. Con cada uno de nuestros actos,
quizá no podamos cambiar el mundo, pero sí contribuir a que eso ocurra. En este
sentido la participación de los docentes
de educación religiosa en las actividades que convoca la ODEC es una muestra de cuánto se ha internalizado
el concepto de comunión eclesial o, mejor dicho, koinonía.
El deporte ha sido y es un medio eficaz para generar el sentido de
pertenencia. Los docentes de religión evidenciaron sus habilidades
deportivas.
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En lo que va de este año, la ODEC ha ejecutado varias
actividades que han permitido apreciar y valorar la participación de los
docentes de las instituciones educativas
de acción conjunta, y de los docentes del área de educación religiosa en las
instituciones estatales de educación secundaria.
Esta participación se ha evidenciado en la inversión en recursos y voluntades
para la realización del Vía Crucis, la
Solemnidad del Corpus Christi, el Óbolo de San Pedro, y otras actividades de
menor difusión pero de igual importancia, como es el caso de las capacitaciones
mensuales. Otro ejemplo concreto de este sentido eclesial, ha sido la reunión
de los docentes por el día del maestro, celebrada el pasado mes de julio. En
esta ocasión, la presencia y participación
de muchos de ellos, no solo mostró la buena disposición hacia los
momentos de esparcimiento, celebración y
grato reencuentro, sino que permitió vivenciar la alegría de saberse y reconocerse
como parte de una gran organización (Iglesia) que asume responsabilidades
trascendentes en la sociedad. En las vivencias que genera las oraciones, los
cantos de la celebración eucarística, el deporte y el sentarse en torno a la
mesa para departir los alimentos, se fortalece un concepto fundamental de la
iglesia: la comunión. Esta debe ser la bandera o el estandarte que llevan
permanentemente los anunciadores de Jesucristo en las aulas de las escuelas y colegios
de nuestra región.
Cada docente que acude al llamado de la ODEC no
solo cumple por obediencia administrativa, sino que en su predisposición está contribuyendo
hacia mayores y trascendentales
propósitos: la necesaria koinonía que caracteriza o debe caracterizar a la
Iglesia de Jesucristo.
El equipo de coordinadores ODEC Trujillo junto a
Mons. Javier Travieso, Obispo auxiliar de Trujillo y a Jorge Manrique
Catalán, Director la ODEC.
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