A continuación el texto para lectura y elaboración del trabajo indicado en la reunión anterior; dicho texto está referido a una síntesis del capítulo II de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del Papa Francisco.
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Capítulo II: En la crisis del compromiso comunitario
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Capítulo II: En la crisis del compromiso comunitario
“Así como el mandamiento de ‘no matar’ pone un límite claro para
asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ‘no a una
economía de la exclusión y la inequidad’. Esa economía mata. (…) Hoy todo
entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde
el poderoso se come al más débil. (…) En este contexto, algunos todavía
defienden las teorías del ‘derrame’, que suponen que todo crecimiento
económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo
mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido
confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad
de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del
sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando”
(nn. 53 y 54).
“El proceso de secularización tiende a reducir la fe y la Iglesia al
ámbito de lo privado y de lo íntimo. Además, al negar toda trascendencia,
ha producido una creciente deformación ética, un debilitamiento del sentido del
pecado personal y social y un progresivo aumento del relativismo, que ocasionan
una desorientación generalizada, especialmente en la etapa de la adolescencia y
la juventud, tan vulnerable a los cambios. (…) El individualismo
posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el
desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que
desnaturaliza los vínculos familiares” (nn. 64 y 67).
“Nuestro dolor y nuestra vergüenza por los pecados de algunos miembros
de la Iglesia, y por los propios, no deben hacer olvidar cuántos cristianos dan la
vida por amor: ayudan a tanta gente a curarse o a morir en paz en precarios
hospitales, o acompañan personas esclavizadas por diversas adicciones en los
lugares más pobres de la tierra, o se desgastan en la educación de niños y
jóvenes, o cuidan ancianos abandonados por todos, o tratan de comunicar valores
en ambientes hostiles, o se entregan de muchas otras maneras que muestran ese inmenso
amor a la humanidad que nos ha inspirado el Dios hecho hombre” (n. 76).
“Cuando más necesitamos un dinamismo misionero que lleve sal y luz al
mundo, muchos laicos sienten el temor de que alguien les invite a
realizar alguna tarea apostólica, y tratan de escapar de cualquier
compromiso que les pueda quitar su tiempo libre. Hoy se ha vuelto muy difícil,
por ejemplo, conseguir catequistas capacitados para las parroquias y que
perseveren en la tarea durante varios años. Pero algo semejante sucede
con los sacerdotes, que cuidan con obsesión su tiempo personal” (n.
81).
“La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias
de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la
gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal” (n. 91).
“Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la
firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la
Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir
superficialmente. El sacerdocio reservado a los varones, como signo
de Cristo Esposo que se entrega en la Eucaristía, es una cuestión que no se
pone en discusión, pero puede volverse particularmente conflictiva si se
identifica demasiado la potestad sacramental con el poder. No hay que olvidar
que cuando hablamos de la potestad sacerdotal ‘nos encontramos en el ámbito de
la función, no de la dignidad ni de la santidad’. El sacerdocio ministerial es
uno de los medios que Jesús utiliza al servicio de su pueblo, pero la gran
dignidad viene del Bautismo, que es accesible a todos” (n. 194).
Tomado de:
Síntesis de la ‘Evangelii gaudium’, la primera exhortación apostólica
del papa Francisco
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